Finales de Julio hace un calor asfixiante
imposible aguantar el bochorno, nada invita a moverse, a cambiar; mejor que todo siga igual.
Ibiza, multitudes, ruidos, agobios, donde ir, vale más quedarse quieto, no moverse, casi ni respirar.
- Vamos a Botafoc.
- Puff. Vale vamos.
Botafoc en Ibiza a finales de Julio. Cambio de colores en el cielo,
barcos, mar y tierra, luces y contrastes, manos entrelazadas.
Brisa marina que trasforma el sentimiento y hace alzar la barbilla al cielo: un respiro. Aspirar vida, movimiento.
Escuchar la risa de los niños, olas contra el malecón.
Olores de agua marina y de algas, olores de tierra adentro, de romero y lavanda y de pizza recién hecha.
Ibiza, contrastes capaces de cambiar el alma, de dar nuevos rumbos a los deseos, de unir el cielo y la tierra lo humano y lo divino.
Lo has titulado moverse o morir, es gráfico. Pero realmente es así, todo lo quieto se pudre, muere. Es necesario a veces, aceptar el empujón y moverse, en ese acto de movimiento todo cambia, la percepción de las cosas, colores, sabores incluso la mirada que se tiene sobre las cosas se transforma. Cuando estamos en movimiento siempre vamos hacia algún sitio, siempre es un acto que nos hace mirar hacia afuera, viendo, tocando, escuchando .. nos abre a los demás.
ResponderEliminarMe gusta la foto que has colocado en el artículo, tiene unos colores que invitan a perderse, son esos tonos que pillas solo a veces. Sorprende por lo que significa Ibiza y la zona que es, que esa foto trasmita: quietud, sosiego, paz.
ResponderEliminarEs la foto que hice ayer en el momento que describo, no es de archivo.
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