Tener nombre no es una vanalidad.
Es ser persona y ser para alguien.
En una especie de juego, que todos mis amigos conocen,
tengo la costumbre de cambiar conscientemente
el nombre a los niños. Es curioso como se rebelan
a que le cambies el nombre,
pero sorprendentemente muy pronto se acostumbran a ese trato
de forma que ya no aceptan otro,
creo que se sienten únicos en su relación.
Luego, cuando crecen y dejan de ser niños recuperan su nombre
y entonces me miran con una sonrisa y quizás algo de añoranza.
PD: El caso más curioso es una Manoli,( su marido se llama Manolo )
A quien llevo diez años llamando así.
Le costó y me dejo por imposible, pero ahora alguna vez que le he llamado Conchi
-que es como se llama-
me dice sonriendo con cara de pícara:
- Manoli, Paco, para ti y solo para ti soy Manoli.
Manoli es una niña que tiene muchos nietos.
No es ninguna tonteria, ni una vanalidad como dices tú; para mí el caso más curioso fue cuando nació mi primera hija, prematura muy chiquitita y empeñados en que no le pusiera nombre. Para mí era fundamental poder llamarla con el nombre que habiamos pensado para ella: María. Poder tocarla, acariciarla, decirle tonterias ...lo sé, no tiene ninguna lógica. Pero era como decir: existe...es mi hija... no es un neonato...palabra más horrible. Es un ser que respira, siente ...y tiene un nombre. Es mi hija.
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